sábado, 1 de julio de 2017

PESADILLA

Estoy viviendo una pesadilla. Es en serio. Quisiera tanto de pronto, como en mis mejores pesadillas, despertar y sentir de golpe aquel alivio enorme al darme cuenta que nada es real, que todo fue un mal sueño y ya. Pero no. Esto está pasándome y no puedo entender el porqué. No entiendo como puede haber gente que busque hacer daño y no puedo entender más aún -no me cabe en la cabeza- como puede existir gente que se lo permita. Entre tanto, es decir, mientras trato de ser como Victoria y entender el mundo particular que es cada uno de los demás, entre tanto tengo que ser fuerte y, lo principal, cuidar de mí misma, cuidar mi corazón, mis sentimientos, mi mente, mi alma, mi cuerpo, o sea todo ese íntegro que soy yo, por que, después de todo, cada quien es arquitecto de su vida y es responsabilidad de cada quien velar por ello. Yo solo puedo aconsejar, rezar y dar el ejemplo. Lo siento amigo Jesús, no me siento capaz de hacer más.

No quiero vivir en una pesadilla, eso ni vuelta que darle, y no sé qué hacer para salir de ella. No puedo recurrir al alcohol, drogas ni nada que me cause daño, sería una contradicción total, y tampoco puedo ser indiferente, por más que aparente ser la mejor opción a nivel emocional. Es como un callejón sin salida. Se me ocurre que esto es madurar: ser consciente de lo que ocurre al rededor, no vivir en burbujas de fantasía, aceptar la realidad tal cual es y hacer uso de nuestro cerebro, de nuestra capacidad de razonar, para tomar decisiones idóneas de acuerdo a las circunstancias.

Y, una vez más, el escribir es algo que me hace mucho bien, es un remedio infalible que en verdad me cura. ¡Dios!, ojalá, al final de esta pesadilla, sea una mejor persona, para aunque sea sacar algo bueno de tanta maldad.