sábado, 14 de marzo de 2020

Literatura imposible


Intuitivamente, estoy tanteando el filo del cuchillo, buscando crear literatura imposible. La estoy buscando, siguiendo su tenue rastro, atraída por sus inconfundibles signos. Peligra mi cordura, el precio por atravesar al otro lado del umbral. Me hace recordar a la delgada línea que separa el mundo ficticio del real, que desaparece según me adentro en su particularidad. Sé que está ahí, esquivando mi tacto, engañándome desde lo visual: mostrándose a distancia, cuando al alcance de mi mano está. Llevo años probando con las letras, ajustando los factores, calculando la fórmula perfecta que demuestre su factibilidad. Hasta ahora las combinaciones resultan imprecisas. Por un tiempo me resigno a pensar que le hace honor a su nombre, que es verdaderamente imposible, pero constantemente termino recayendo en la misma obsesión. Sí, pienso que algún día daré en el blanco, aunque ¿por qué yo?, ¿por qué tendría que rendirse específicamente a mis pies? No hay nada especial en mí, salvo este impulso interior que se mantiene ahí, vivo y palpitante, clavado en lo profundo de mi ser, menguando y creciendo sin seguir ningún patrón. Siempre digo que fácilmente pierdo la esperanza, y generalmente la pierdo, pero luego me descubro nuevamente en movimiento, como ahora, que creo estar cerca de su origen, el exacto lugar donde empieza todo. Es pues la literatura imposible, haciéndome señas desde la niebla para que la siga a su escondite y me extravíe en sus dominios, donde bien podría revelarme sus secretos, o atacarme por la espalda a la primera oportunidad, porque ella es así, es su naturaleza: esquiva, cambiante, indomable, independiente, egoísta, traicionera, peligrosa y seductora, un juego que quiero, pero no consigo jugar. Me hace falta algo, una contraseña tal vez, no lo sé. Quizás está probando mi resistencia, mi osadía, cuánto estoy dispuesta a renunciar. Si soy digna, se mostrará ante mis ojos, y si no lo soy, nuevamente escapará de mis trampas, porque no es cuestión de atraparla, si no de que ella se deje atrapar. Ingenuamente, la persigo de cerca, roso su magnética órbita, pierdo la noción de las formas y colores a mi alrededor, atrapada entre sus maravillosos y magníficos destellos, un pequeño reflejo de su completo esplendor. Estoy dejando de aferrarme a mi territorio seguro y ampliamente conocido. Antes de soltarme al vacío, quiero desde este blog manifestar mi situación: El abismo se abre a pocos metros, la literatura imposible navega en sus profundidades, pero no se puede llegar con vida desde mi actual posición, habrá que saltar, morir y resucitar una o varias veces, y aún al final puede que me sea inalcanzable. Es una ilusión, una mentira, una falsa aspiración, o existe para los que soñamos con ella, es un sueño real, o peor aún, es todo eso a la vez. De acuerdo a mi experiencia, este, y no otro, es el momento oportuno para dar el siguiente paso: descender un escalón más hacia su guarida, la prisión a la que voluntariamente deseo entrar, de la que jamás se vuelve a salir. ¡Sí!, ¡miren!, ¡ahí está!, hermosa, de pie frente a la puerta. La contemplo, muda, en silencio. La reina de muchos reinos: Literatura... imposible.